Durante estos últimos años hemos sido testigos de juicios por agresiones sexuales que nos han parecido injustas para las personas agredidas. Los defensores de los agresores están intentando defender a su cliente, que es su trabajo, pero lo hacen culpando a la víctima y sugiriendo que lo que le ha ocurrido ha sido debido a la actitud o al comportamiento de la misma, no al agresor.
Es importante saber que en una agresión el responsable es siempre la persona que realiza la agresión, no la víctima. Y no es necesario que esa agresión sea algo que tenga unas connotaciones violentas. Las vejaciones, la invasión del espacio personal, la falta de respeto hacia la integridad física y psicológica de la víctima, e incluso las agresiones verbales pueden convertirse en un auténtico infierno para la persona que lo ha sufrido.
Los efectos de una agresión sexual pueden acreditarse gracias a una peritación médica que evalúe las consecuencias de la misma
La víctima puede estar sufriendo a consecuencia de una agresión sexual, aunque desde la defensa se asegure que no ha existido esa agresión. Por suerte, una peritación médica realizada por profesionales independientes pueden ofrecer los resultados que pueden acreditar la existencia de esa agresión.
El profesional independiente realizará una serie de pruebas médicas y psicológicas a la víctima, de manera que podrá tener unos resultados que acrediten la existencia de las consecuencias de esta agresión.
Con el informe redactado, el propio profesional puede acudir a sede judicial para defender los resultados obtenidos y conseguir que se tengan en cuenta las consecuencias sufridas a raíz de la agresión sexual sufrida.
La mejor manera para acreditar los daños sufridos, sin género de dudas, es acudir a un especialista en peritaciones médicas y acreditarlo a través de su informe.
