Un movimiento continuo durante ocho horas, a lo largo de muchos años, puede provocar serios problemas en la salud. Respirar un producto tóxico puede llegar a hacer que los pulmones enfermen, aunque existan unas medidas de seguridad que, presuntamente, evitan el contacto con el mismo. Y así, muchas de las actividades que realizamos en el trabajo, pueden llegar a causar serios problemas con el paso del tiempo.
No hace falta que sean grandes accidentes que dejen al trabajador postrado en cama, algo que puede suceder también, sino pequeñas cosas a las que no se da la importancia que tienen y que hacen que con el paso del tiempo, la salud se resienta y acaba siendo un auténtico problema para la persona afectada.
Las enfermedades profesionales pueden manifestarse tras años de estar en contacto con los productos utilizados o los movimientos continuos y monótonos.
Pero muchas veces, para beneficiarse de las correspondientes prestaciones económicas a las que se tiene derecho, hay que acreditar sin ningún género de duda que ese problema o enfermedad está provocada por la práctica laboral y no por cualquier otro motivo.
Al realizar una serie de pruebas periciales, de manera totalmente objetiva y basándose únicamente en los datos obtenidos en ellas, se puede acreditar sin ninguna duda acerca del origen y la procedencia del problema, consiguiendo que se pueda determinar su origen.
Un equipo médico totalmente independiente realizará las pruebas pertinentes y obtendrá toda la información acerca de la profesión y el puesto de trabajo de cada paciente, así que con ellos y los resultados de las pruebas médicas, podrá determinar qué está provocado por el desempeño habitual del trabajo.
Con los resultados del informe, se aconsejará la mejor manera de actuar para el paciente, si es conveniente que desista en sus intenciones, si no hay pruebas contundentes de la presencia de una enfermedad profesional o defenderá ante sede judicial el informe que ofrezca unas conclusiones claras de la presencia de una enfermedad profesional.